HAY DÍAS en que me levanto con una esperanza
demencial, momentos en los que siento que las
posibilidades de una vida más humana están al alcance de
nuestras manos. Éste es uno de esos días.
Y, entonces, me he puesto a escribir casi a tientas en la
madrugada, con urgencia, como quien saliera a la calle a
pedir ayuda ante la amenaza de un incendio, o como un
barco que, a punto de desaparecer, hiciera una última y
ferviente seña a un puerto que sabe cercano pero
ensordecido por el ruido de la ciudad y por la cantidad de
letreros que le enturbian la mirada.
Les pido que nos detengamos a pensar en la grandeza a
la que todavía podemos aspirar si nos atrevemos a valorar
la vida de otra manera. Nos pido ese coraje que nos sitúa en
la verdadera dimensión del hombre. Todos, una y otra vez,
nos doblegamos. Pero hay algo que no falla y es la
convicción de que —únicamente— los valores del espíritu
nos pueden salvar de este terremoto que amenaza la
condición humana....
Ernesto Sabato.
miércoles, 4 de mayo de 2011
Gracias Sabato...
Publicado por Sin Corazón
en
9:58 a. m.
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